EL
CONSTRUCTOR DE ÉXITOS.
Ser
hombre o mujer de éxito es algo que está de moda. El mundo se divide en dos
bandos, los ganadores o "winners" y los perdedores o
"losers". Los ganadores son los que logran el éxito: "conquistar
la meta que se habían propuesto".
El éxito es un punto donde todos queremos llegar,
pero no es algo
que llegue de la noche a la mañana, es un camino que nosotros
mismos construimos poco a poco y con sacrificio.
Para llegar al éxito debemos trazarnos ciertas
metas, y no solo trazarlas sino que debemos cumplirlas, para llegar a esto
debemos ser estrictos con lo que hacemos y con lo que queremos.
Se
ha afirmado que el docente es un constructor de éxitos. Un fracasado no puede
construir éxito, pues nadie puede dar lo que no tiene. El Docente tiene que
llevar a sus alumnos al éxito acompañándoles en sus respectivos procesos de construcción de los propios saberes. Ese
éxito es lograr la formación integral del alumno.
Entonces
se hace necesario que el docente tenga una profunda formación académica y
espiritual. Tener amplios conocimientos de las materias que enseña, más aun, un
excelente dominio de los conceptos y aplicaciones que requiere la materia. Pero
no sólo ser docto, es preciso que sea bueno, poseedor de valores y practicante
de virtudes que pueda y debe transmitir a aquellos a quienes educa, tener
inclinación hacia el ser juvenil y siempre buen humor.
Es
esencial el amor. El amor es lo único que construye. El amor es obrar el bien
con uno mismo y con los demás en la misma medida. El docente, al enseñar, busca
el bien del alumno y ese bien es la posesión de nuevos conocimientos. El alumno
que se siente querido, comprendido y apoyado por su profesor, aprenderá con
menos esfuerzo, logrará su meta, alcanzará el éxito de su aprendizaje y, por el
ejemplo del maestro, ostentará una buena colección de valores.
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